martes, 20 de julio de 2010

Minihistorias no ganadoras (III)

Antonio Roca Serra: “Lo más importante de los últimos años es la reconciliación con mi hija mayor, Patricia, que vive con su familia, marido y 3 hijos en Lérida, Cataluña.”

Joana Seguí Bonnín: “Hace unos años decidí hacer el camino de Santiago con dos amigos y un grupo que salía desde Palma. El trayecto era hacer León – Santiago, 300 km. Salimos un día de julio, llena de ilusión y dispuesta a descubrir lo que el camino me enseñara. En la primera etapa del trayecto conocí a una persona que cambiaría mi vida. Desde el primer día, o mejor dicho, desde la primera mirada conectamos. Después de hacer la primera etapa de 25 km, la noche estaba iluminada por la luna llena y decidimos continuar el camino a la luz de la luna. Ésta y otra noche. Los días pasaron maravillosamente, todo era perfecto. La naturaleza nos daba la parte mágica que necesitábamos, el caminote Santiago hizo que conectara con mi corazón, hizo que sintiera dolor y alegría, el camino hizo que volviera a creer en el amor. Al camino es necesario ir sin prisas y sin cargas, abiertos a conocernos y conocer a los seres que se cruzan. Buen camino.”

Francisco Marqués Ovejero: "Voy a narrar la historia de un antepasado mío, que me contaron mis padres y confirmo la veracidad de los hechos, pero desconozco los detalles y posibles nombres reales de los mismos e intentaré transmitir con esta breve narración, el hecho de que a veces, la realidad puede y supera, sin duda, a la ficción. Tenemos que situarnos a principios de siglo veinte. Sobre mil novecientos y pocos años y en la isla de Menorca. La situación en aquella época, en España en general y en la isla en particular, era de pobreza y falta de muchos medios y recursos. Fueron muchas las personas que emigraron a las "Américas", sobre todo a Cuba ó a Argentina, principalmente por la falta de trabajo. La persona de la que voy a hablar, se trataba de una mujer muy hermosa. Las mujeres no trabajaban en aquel entonces. Las pocas labores que realizaban eran de índole doméstico. Ella, con edad temprana, consiguió entrar a trabajar y formaba parte del personal de servicio de una familia Noble de Ciudadela. La belleza de esta mujer, no pasó desapercibida, porque al tiempo de realizar tareas en el palacio donde entró a servir, quedó embarazada concretamente del noble. Debo comentar que en aquel entonces, las madres solteras estaban muy mal vistas por la sociedad. El aborto era algo inaceptado e imposible de realizar. Las pocas veces que se había intentado y no precisamente por profesionales de la medicina, acababan con la vida del feto y en ocasiones de la madre. La esposa del noble, al enterarse de que la criada había quedado en estado, por un desliz de su marido y para no alterar el buen nombre de la familia y su buena reputación, forzó a ésta a irse de la isla, obligándola a marcharse a América, donde podría obtener una mejor vida que la que había en España en ese momento, ofreciéndole y entregándole una importante cantidad de dinero, para que además, incluso, se deshiciera de la criatura para no dejar rastro ninguno de lo sucedido.
En un principio se trasladó a la población de Mahón. Esperando el buque en Mahón, que la llevara a la península y posteriormente coger otro buque que la llevara a América, nació la criatura y optó por entregar a su hija a un convento en Mahón, sin decir nada a sus parientes cercanos de este hecho. En realidad, cuando se producía un nacimiento no deseado, lo más habitual y la mejor opción era la entrega al convento, donde sabían que serían bien atendidos. El convento, de alguna manera, se convertía en una especie de hospicio, donde las personas que deseaban adoptar a una criatura, solían dirigirse. La criatura en cuestión, fue adoptada con escasos meses, por una pareja de la población de Alayor. En esta población fue donde se crió y pasó toda su infancia. Ya en edad adulta, sus padres le explicaron que ella había sido adoptada y que la recogieron del convento. Las monjas, se la entregaron llevando encima, únicamente una "una medalla", con el nombre y apellidos reales del bebé. A partir de este momento, empezó para ella una necesidad interior de saber quienes eran realmente sus padres biológicos.
Sus resultados dieron fruto. La familia no estaba tan lejana, escasamente a 30 kilómetros de Alayor. Y tras indagar, resultó que encontró a un tío y a una tía de su madre biológica, en Ciudadela, que concretamente era mi bisabuela. Ella la reconoció inmediatamente, por dos motivos muy claros: La medalla, se la había comprado mi bisabuela y porque era la imagen idéntica de su hermana. Mi bisabuela, tuvo dos hijas. Cuando se reencontraron, una de las hijas de mi bisabuela, -mi querida abuela-, resultó que eran como dos gotas de agua. Tenían los mismos ojos azules, la misma cara y la misma expresión. Mi bisabuela guardaba cartas de su hermana, donde le contaba que tenía trabajo en casa de unos señores, como sirvienta. No se llegó a casar y no tuvo más hijos. Su madre, no volvió nunca más a Menorca. Vivió y murió en Argentina. Mi bisabuela, le contó la verdadera historia, que yo os estoy explicando a vosotros. Ella, quiso después conocer a su padre. Se personó en el palacio del noble donde había trabajado su madre y pudo conocer a una persona muy mayor, que le dijo que la historia que le habían contado era cierta, pero que no la podía reconocer como hija. Al poco de conocerle, murió de vejez.
Debo decir además, que esta mujer, fue una auténtica mujer coraje. Durante el resto de su vida, fue muy reivindicativa con los derechos humanos, muy luchadora y también muy de izquierdas. Tras nuestra guerra civil, estuvo varios años encarcelada en Cantabria, por haber sido del bando derrotado. Se casó con otro preso, que había conocido en la misma cárcel, que resultó ser también de la población de Alayor y que por cierto, salvó su vida en un fusilamiento por haberse hecho el "muerto". Ver para creer.">

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